El protagonista habla de estar cerca de un castillo en San Sebastián, donde los barcos están atracados junto al mar. Menciona que su pareja nunca lo amó y recuerda sentir miedo cuando vio una calabaza gigante. Reflexiona sobre la posibilidad de tener un amor normal, pero se da cuenta de que nunca fue suyo desde el principio. Menciona perder la cordura y tocar fondo, mientras un pescador canta una canción profunda. El protagonista se sentía como Franz Kafka y escribió una canción, pero terminó de componerla en un bar. Se da cuenta de que el amor que podría haber tenido no era suyo y, en última instancia, no significaba nada. La letra repite los mismos sentimientos y menciona estar cerca del castillo y los barcos atracados. La canción termina.