El protagonista solía tener miedo del agua y encontraba consuelo en la presencia de su padre. Se siente pequeño en la ciudad y se aferra a los recuerdos de su pareja, quien dejó sus viejas ropas en su edificio. Su pareja nunca cuestionó sus acciones o hábitos, y si se cerraba emocionalmente, ella siempre encontraba una forma de conectar con él. Pasaron un verano apasionado juntos, pero eventualmente se cansaron el uno del otro. Él se pregunta por qué empacó sus maletas y cuáles eran sus intenciones. Reflexiona sobre las estaciones cambiantes y anhela el amor que perdió, dándose cuenta de que solo se siente real después de una tormenta y los corazones solo se curan después de romperse. A pesar de todo, ella nunca lo cuestionó y él sabe que ella siempre encontraría la forma de entrar en su corazón, aunque él intentara alejarla.