El protagonista reflexiona sobre la sensación de volver a tener diecisiete años después de haber vivido una larga vida. Es como descifrar signos sin ser sabio o competente. Se siente vulnerable y profundamente conectado a sus emociones, como un niño frente a Dios. El sentimiento se describe como el protagonista enredándose y creciendo, como el hiedra en una pared o el musgo en una piedra. El amor que experimenta saca a relucir su inocencia interior y la transforma en una persona pura y sincera. El amor entra en su vida como magia, trayendo calidez y floreciendo como una flor de jazmín. Tiene el poder de hacer que incluso el animal feroz susurre dulcemente. El amor libera a los prisioneros y convierte a los ancianos en niños, haciendo que experimenten sus años como si tuvieran diecisiete. El sentimiento de amor se describe como entrelazado y en crecimiento, al igual que el hiedra en una pared o el musgo en una piedra.